Los gatos son mascotas con una naturaleza marcada por fuertes rutinas. Ellos por sí mismos estarían renuentes a modificarlas, pero al estar sujetos a las nuestras, podemos crearles reacciones y consecuencias negativas tanto en su comportamiento como en su salud. Un ejemplo de ello es: el cambio de vivienda a otra. Puede decirse que es uno de los motivos de mayor estrés para un gato, incluso en aquel al que desde pequeño acostumbramos a salir acompañándonos a diversos lugares y la diferencia está en que esta vez “no regresamos a casa…” a lo que él sigue viendo como su casa. En la nueva vivienda se sentirá perdido, no encuentra sus lugares habituales y preferidos, sus cosas no están donde siempre y los olores son totalmente nuevos, en su cabecita todo es un caos. Para evitar este repentino daño podemos ayudarlo a transitar al nuevo entorno, acondicionando de ante mano un espacio cerrado sólo para él. Colocar la caja donde lo transportamos en el suelo, abierta para salga cuando lo desee, con su agua, comida, cajita de arena y sus habituales accesorios de juegos. Este espacio, le permitirá un tiempo a solas y sin que sea perturbado durante el acomodo del resto de la casa.
Es importante dejar que poco a poco explore, notarás que por lo general hará recorridos más amplios, pero siempre regresando al punto de parida (su caja), guardando su nueva “información”. Debes tener las ventanas cerradas para evitar un escape inesperado y no sepa regresar. Así poco a poco le daremos acceso a las demás habitaciones y espacios de la nueva casa. No es recomendable en los primeros días permitirle salir al exterior hasta que no se familiarice lo suficiente e incluso solo si lo desea y así ir creando sus nuevas rutinas.
Más que nada es importante tomar el proceso con paciencia, nuestro gato sabrá cuáles son sus tiempos y mientras más lo apoyemos más fácil le será habituarse a su nuevo hogar.
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Por: Lic. Alexis del Río Cruz
Tomado y versionado de: ABCgatos Magazine
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