Los pangolines son unos simpáticos mamíferos con grandes escamas. Cuando
se sienten amenazados, se encogen en forma de bola. Se alimentan de hormigas y
termitas a través de una lengua larga y pegajosa. En Asia y África son muy
conocidos y, aunque es una especie protegida (se halla en peligro de
extinción), son víctimas del tráfico ilegal: su carne es muy demandada porque
se considera una exquisitez y sus escamas se emplean en la medicina
tradicional. En el resto del mundo, en cambio, prácticamente nadie conocía al
pangolín. Hasta que llegó el coronavirus
y lo hizo famoso.
En un primer
trabajo, publicado el 17 de febrero en bioRxiv, Kangpeng Xiao, de la
Universidad Agrícola del Sur de China, y sus colaboradores compararon
coronavirus aislados de pangolines de Malasia con el SARS-CoV-2. Encontraron
una alta coincidencia. En particular, el dominio de la glicoproteína S de la
superficie del virus que se une al receptor celular era prácticamente idéntico
entre ambos virus, con solo un aminoácido de diferencia. Los estudios genómicos
sugerían, por tanto, que el SARS-CoV-2 se había originado por una recombinación
entre coronavirus de pangolín y de murciélago. Los pangolines habrían actuado a
modo de intermediarios en el «viaje» del coronavirus de los murciélagos a los
humanos. Otros trabajos preliminares aislaron secuencias de coronavirus de
muestras de pangolines congelados o provenientes del comercio ilegal y
encontraron una gran similitud con el SARS-CoV-2. Fue entonces cuando todos los
medios de comunicación se centraron en el pangolín. Su foto fue portada durante
unos días en revistas y televisiones de todo el mundo, cual estrella de
Hollywood.
El coronavirus
probablemente le haya salvado de la extinción. Sin embargo, la fama le duró
poco tiempo. Enseguida se publicó que las semejanzas entre el SARS-CoV-2 y el
coronavirus del pangolín no se referían al genoma completo. Se reconoció que
pudo haberse producido un error de comunicación entre los bioinformáticos y el
grupo de investigación. La semejanza entre el ARN del SARS-CoV-2 y el del
pangolín era del 90,3 por ciento. Posteriormente, en otro trabajo más
exhaustivo publicado en Journal of Medical Virology, Xingguang Li, de la
Universidad de Bioingeniería de Wuhan, y su equipo analizaron 70 genomas de
cepas del SARS-CoV-2 aisladas en 12 países entre el 24 de diciembre de 2019 y
el 3 de febrero de 2020 y los compararon con otros de coronavirus aislados de
murciélagos y de dos pangolines. Estudiaron especialmente el gen de la
glicoproteína S de la envoltura del virus. Los resultados revelaron que el
coronavirus del murciélago era el más parecido al SARS-CoV-2, más incluso que
los coronavirus de los dos pangolines analizados. Los autores concluyeron que
el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 no proviene de los pangolines, sino probablemente
de murciélagos a través de otra especie animal diferente al pangolín.
La cuestión sobre el origen del nuevo
coronavirus sigue sin respuesta. No podemos descartar que cuando se
analicen genomas de coronavirus de más pangolines se encuentren algunos con una
mayor similitud con el SARS-CoV-2, pero, de
momento, el pangolín queda absuelto.
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Fuente: Ignacio López-Goñi (catedrático de microbiología en
la Universidad de Navarra. Autor de los blogs microBIO y El rincón de Pasteur,
en SciLogs). Revista Investigación y Ciencia. PRENSA CIENTÍFICA, S. A. Página
20. Abril 2020.
Foto:
www.abbys.com
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