Al principio de la estación de cría, las hembras de la salamandra de dorso rojo de Norteamérica (Plethodon cinereus), buscan machos que viven en sus propios agujeros donde encuentran a la entrada un montón de sus excrementos.
Las hembras inspeccionan con detenimiento
dicho montón, los que a veces presionan repetidamente con sus hocicos,
supuestamente intentando descubrir qué contienen. Al menos probando las
defecaciones de los machos, una hembra sabe lo que ha estado comiendo, si
termitas (su alimento favorito, por ser jugosas y de piel fina) u hormigas
(alimento secundario, por ser duras e indigestas) y preferirá uno que haya estado comiendo termitas, pues estos serán los
padres más fuertes y saludables, rasgos que trasmitirán a sus hijos, por la
vía de la habilidad hereditaria para encontrar termitas. De este modo, también
se favorecen por selección sexual los genes que inducen a las hembras a
comportarse de ese modo, al tener más descendientes en comparación con aquellas
que no son eficientes en esta conducta.
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Por: Dr. C. Vicente Berovides Hernández
(Profesor de
Mérito Facultad de Biología, Universidad de La Habana, Cuba)
Foto: Gary Nafis
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