Según se cuenta, Cleopatra, la última reina de la dinastía Ptolemaica de Egipto, no pudo soportar el dolor de perder a su amado Marco Antonio, e incapaz de seguir con su vida se suicidó dejándose morder el pecho por un áspid. No podemos estar seguros de la veracidad de esta historia, pero si fue cierta, es probable que Cleopatra no haya advertido el momento en que la serpiente se volvió hacia ella e hincó sus afilados colmillos en su piel. ¡Y todo por su rapidez!
No es un mito que las serpientes venenosas son sorprendentemente rápidas al cazar. En un momento están mirando fijamente a su presa, y al otro ya la tienen en su boca, preparadas para engullirla con hambre voraz. Pero ahora se sabe que también serpientes no venenosas pueden ser tan rápidas como ellas, si no para inyectar veneno, sí para atacar.
UN CUERPO HECHO PARA LA RAPIDEZ
A diferencia de los mamíferos, estos reptiles cuentan con miles de músculos en todo su cuerpo, reflejos muy desarrollados, lengua con terminales olfativas, mandíbulas articuladas y hasta 400 vértebras. Sus sistemas esquelético y muscular los hacen animales sumamente flexibles, capaces de tragar una gran presa entera y capturarla incluso antes de que esta perciba movimiento alguno.
Y son esas capacidades fisiológicas y anatómicas las que impiden que mueran antes de llegar a su presa, puesto que, en teoría, un movimiento de tal aceleración podría ocasionar que el cerebro chocara fuertemente contra el cráneo y causara una conmoción cerebral y pérdida de conciencia, como puede ocurrir en los mamíferos.
Pero muchas serpientes que cazan y atacan por mordida tienen un cráneo pequeño, con múltiples articulaciones y maxilares que pueden desarticularse.
¿Qué es lo que sucede dentro de la cabeza de las serpientes cuando, en un rápido movimiento, muerden la cabeza de un pequeño animal? Es difícil saberlo aún. Desconocemos cómo funcionan los huesos para amortiguar el movimiento del cerebro o el sistema nervioso para reducir o neutralizar el dolor.
De tres cosas sí hay seguridad: que las serpientes no venenosas pueden ejecutar movimientos tan rápidos como los de las venenosas, que esta aceleración es tal que las presas no llegan a darse cuenta de su depredador y que esta aceleración es inaudita y capaz de provocar graves problemas en el cerebro si ocurriera en otros animales.
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Colaboración: Esther Linares Chan
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