Un nacimiento es siempre el principio de una historia para los recién nacidos y para los que le han dado la vida. Machos y hembras se convierten en padres, e igual a lo que sucede con los humanos, normalmente son las hembras las que se ocupan de los pequeños, muchas son madres gallinas.
En el reino animal, muchos machos no se interesan en absoluto por su prole, la mayoría incluso ignoran que tienen hijos, sin embargo, existen padres extraordinarios, que a veces llevan al límite su papel de padres. ¿Cómo y por qué algunos son buenos padres? Esta es la historia de un individuo excepcional.
Un macho que asume con brío su papel de papá. Un pequeñísimo sapo macho del tamaño de un caracol, desempeña un papel normalmente reservado al sexo opuesto. Se encuentra en la mayoría de los bosques de Europa, lejos de las charcas donde normalmente viven ranas y sapos. Se caracteriza por ocuparse de los huevos de la hembra hasta la eclosión, lo que le ha valido el apodo de sapo partero.
Una vez al año, las hembras llaman a los machos para que se ocupen de los huevos. El macho presiona delicadamente el lomo de la hembra para ayudarla a poner decenas de huevos, a los que fecunda instantáneamente, después sumerge sus patas traseras en la materia pegajosa donde están los huevos, se acomoda el curioso cinturón elástico y se esconde inmediatamente en un lugar húmedo. Las otras especies de sapos ponen los huevos directamente en el agua, pero, en este caso es más complicado, la misión del padre es humedecer los huevos en intervalos regulares, una actividad a priori sencilla, excepto cuando uno mide cinco centímetros y tiene un montón de huevos atrapados entre las piernas y no hay agua en las proximidades, entonces los obstáculos adquieren otra dimensión. Cuando el sol, su peor enemigo amenaza el cargamento, el sapo arriesga todo aun a riesgo de dañar los huevos. Al paso de dos semanas, los renacuajos alcanzan la madurez, con movimientos informan al padre que se acerca el momento para encontrar una charca más profunda para soltarlos. En al agua, la pared de los huevos se convierte en una tela frágil de la cual los renacuajos se deshacen rápidamente para vivir su vida. El sapo partero ha cumplido su misión con brillantez, los nacimientos han sido un éxito. La supervivencia de la especie está garantizada.
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Texto: Oxana
Foto: Enrique Ruiz Ara
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